
Mamadou: "Estaré bien el día que tenga el permiso de residencia"
Mamadou frente a un cultivo de fresas. Fotografía: Carmen Valiente
Resolución de la solicitud de asilo: denegada. Actualmente gestionando la solicitud de arraigo laboral.
Mamadou, de 32 años, abandonó su tierra natal a causa del conflicto armado presente en la región de Casamance (Senegal) desde 1982. Solicitó el asilo en 2017 al aterrizar en el Aeropuerto de Barajas (Madrid).
Mamadou nos espera frente a la alambrada que rodea los campos de cultivo de fresa donde trabaja y reside. Allí, decenas de personas se amontonan alrededor de un autobús que les llevará al supermercado. La finca solo es accesible mediante transporte privado y se encuentra a varios kilómetros de las poblaciones más cercanas.
Nos reencontramos, después de estos años, en una provincia diferente: Huelva. Hace solo veinte días que llegó a esta finca para trabajar sin contrato como jornalero. "Es un trabajo muy duro", admite mientras se sienta en una de las sillas de plástico que ha sacado del barracón en el que vive. En él tan solo hay lo básico: una mesa blanca de plástico con varias sillas, una cocina sencilla, un baño y dos habitaciones con dos literas cada una. Unos treinta metros cuadrados a lo sumo donde conviven ocho personas.
PREGUNTA. Antes de nada ¿Cómo estás?
RESPUESTA. Más o menos bien (ríe), al menos estoy trabajando. Estaré bien el día que tenga el permiso de residencia. No es fácil vivir sin papeles, pero nadie puede escapar a su destino.
A pesar de pertenecer a ese sesenta por ciento de personas a las que España que deniega la solicitud de asilo, el senegalés mantiene la actitud positiva que le caracteriza. Es algo que llama la atención de quienes están a su alrededor y que hace que sus compañeros del Centro de Acogida al Refugiado (CAR) le recuerden con cariño y buenas palabras. Actualmente, se encuentra a la espera de que le envíen el certificado de antecedentes penales para continuar tramitando su solicitud de arraigo laboral.
El conflicto armado que llevó a Mamadou a abandonar la región de Casamance está catalogado como una guerra civil de baja intensidad. En ella, el gobierno senegalés se enfrenta desde 1982 al Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance (MFDC) que reclama la independencia de la región. Una noche, los rebeldes aparecieron en el lugar donde vivía Mamadou: "Vinieron para llevarse a los más jóvenes al bosque y reclutarlos. Si te niegas, te matan. Tengo muchos amigos que han muerto así. Cuando vinieron, me pasé toda la noche corriendo. Como estaba en un pueblo cerca de la frontera, crucé corriendo a Gambia. Allí, una persona me ayudó y me dio dinero para pagar un autobús a Dakar". En la capital vivía con su abuela, ya que sus padres fallecieron cuando aún era un niño.
Mientras respondía a las preguntas en 2018, llamaba la atención cómo era capaz de expresarse en español a pesar de llevar tan solo seis meses en el país. Contaba que fue el primer objetivo que se marcó y que, cuando finalizaban las clases de español organizadas en el centro cada día, iba al aula de informática para continuar estudiándolo.

Mamadou sentado sobre una montaña de cocos en Senegal. Fotografía cedida
En 2018, Mamadou quería estudiar cocina y así lo hizo. Mientras tuvo el permiso de trabajo, fue ayudante de cocina en dos restaurantes, pero una vez denegado el asilo y con la llegada de la pandemia, le resultó imposible conseguir otro empleo en el sector. Desde entonces, ha trabajado como jornalero en diferentes tipos de cultivos. Para él, "lo más importante es pagar el alquiler".
P. ¿Cuáles son tus objetivos actualmente?
R. Mi principal objetivo es conseguir los papeles. Después, quiero estudiar administración y también me gustaría abrir un restaurante de comida senegalesa en Sevilla.
Al montarse en el avión con destino a Rusia, Mamadou planeaba quedarse en España. Por eso, mientras hacía escala en Madrid, solicitó asilo a la policía aeroportuaria. Antes de llegar, admiraba el fútbol español. Ahora, confiesa que además de este deporte, también le encanta la amabilidad de la gente y vivir Sevilla, ciudad de la que solo ha salido en estos tres años para venir a la finca en la que trabaja actualmente:
A pesar de su optimismo frente a las dificultades, Mamadou tiene los pies en la tierra y sabía que empezar de cero en España no sería tarea fácil.
P. ¿Tienes la vida que esperabas al venir?
R. Yo soy una persona, cómo se dice... Soy muy optimista, ¿verdad? Y muy simple también, pero tengo la conciencia. Sabía que al venir aquí no tendría todo el oro del mundo. Hay gente de España que vive aquí que no tiene todo, gente que nació aquí. Yo no soy de España, pero puedo decir que estoy más o menos bien. Ellos no. Veo muchos españoles en la calle. Entonces no puedo decir que yo pensara cuando llegué a Sevilla o a España que en un día, dos días o un año tendría todo el dinero del mundo. Eso tenía en mi cabeza que era imposible. Es posible si haces cosas malas. Pero yo quiero ganarme y vivir mi vida con el esfuerzo y con el trabajo.
En su tiempo libre le gusta hacer deporte, salir a pasear y tomar algo con sus amigos. En España ha aprendido a practicar slackline, un deporte de equilibrio que consiste en caminar sobre una cinta elástica. También disfruta cocinando recetas senegalesas y españolas. A menudo, entre preguntas, habla sobre la gastronomía de ambos países, los arroces típicos de Senegal y cuánto le gusta comer paella y tortilla de patatas. Dice que le cuesta encontrar las especias necesarias para las recetas senegalesas y las describe con un adjetivo en wólof para el que no encuentra traducción, pero del que se intuye un significado similar a sabroso.
Mientras vive en la finca de cultivo de fresas, aprovecha siempre que puede para hacer horas extra. Así se asegura algunos ahorros para esos momentos en los que no tenga trabajo y no pueda cobrar el paro por no tener regularizada su residencia en el país.
P. Has mejorado mucho tu español y cuentas que tienes muchas amistades aquí. ¿Te sientes integrado?
R. Sí, pero no al cien por cien. Me falta tener los papeles.

Mamadou posa sonriente. Fotografía: Carmen Valiente